DE LAS COSAS DEL LEER
No fui un lector precoz. De hecho, empecé a leer bastante tarde. Mejor dicho, me enganché a la lectura bastante tarde. Por supuesto que leer si que leía cuando era niño, pero no lo hacía por placer sino por imposición; en el colegio había que leerse ciertos libros y no quedaba otra, quisieras o no. Tengo el recuerdo de haber disfrutado de aquellas lecturas infantiles, pero ninguna de ellas logró transformarme en el lector vocacional que soy hoy; eso ocurrió más tarde, recién inaugurada la adolescencia cuando llegó a mi vida el libro que lo cambiaría todo. Y lo curioso es que ni siquiera se trataba de un gran libro, pero la mayoría de las veces este tipo de Epifanía ocurren con las cosas más banales, y no con una obra canónica o una obra maestra. Las experiencias vitales son así de caprichosas. El libro en cuestión era Los Ojos del Dragón , escrito por Stephen King. Experimenté, por primera vez, esa maravilla de sentirme atrapado por una historia esc...