MI HISTORIA CON EL DEPORTE
Mejor decirlo abiertamente, sin rodeos: el deporte nunca ha sido lo mío. Ya desde pequeño, los otros niños del barrio venían a buscarme para jugar a mil cosas, pero nunca me buscaban cuando el plan era jugar al fútbol. Las veces que lo intenté lo único que hacía era estorbar en todas partes y hacer que los demás se enfadasen conmigo por torpe. Recuerdo que cuando llegaba el momento en el que los capitanes de los equipos iban eligiendo jugadores, a mi siempre me dejaban para el último. Me elegían porque no tenían más remedio, y porque sus madres les habían dicho que no estaba bien discriminar a nadie y que teníamos que jugar todos juntos. Esa obsesión tan de madre de querer que todos nos llevemos bien. La cosa es que, en realidad, yo estaba deseando que me discriminasen. Lo pasaba fatal jugando al fútbol; me producía muchísima tensión. Cada vez que la pelota venía hacía mí, yo me encogía sobre mi mismo y me quedaba paralizado. La presión era horrib...